jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Qué estamos esperando?



Como hemos visto en entradas anteriores, el poderoso establecimiento de la cultura sexista en nuestra sociedad, tiene génesis en la potente difusión de los estereotipos de géneros que la sustentan. Si tenemos en cuenta la serie de “problemas sociales” que de esta se desprenden, se hace necesario preguntarse, por un lado, ¿En qué medida es posible solucionar estos problemas?, y por otro ¿Cuáles son los factores que impiden dicha solución?

Los medios masivos de comunicación se han encargado de difundir estereotipos sexistas, los cuales se articulan a favor del género masculino. Desde los inicios de la edad moderna, la figura del macho se ha hegemonizado, provocando la subordinación de la mujer a todo aquello que lo masculino delimite. De esta manera, la realidad de la mujer se traduce en la supresión de su libertad, puesto que todo su campo de acción está limitado a un espacio determinado. Si bien, a través de la historia se advierte una progresión en la reivindicación del género femenino, los cambios no han sido sustanciales. ¿A qué se debe este fenómeno? Claramente a que las reivindicaciones no se han llevado cabo de manera efectiva. No obstante, existen razones concretas que explican esta imposibilidad. Una primera explicación para este fenómeno, podría ser la existencia de un “auto-sustento” en la opresión femenina, es decir, un reforzamiento de la condición de dominadas, por parte de las propias mujeres.

Ahora bien, este auto-sustento no quiere decir que la mujer apruebe conscientemente su posición social, sino que apunta a la naturalización que esta ha hecho de las marginaciones e injusticias de las que es víctima. En este sentido, es posible afirmar que toda esta problemática radica en la conciencia que tiene la mujer sobre sí misma como sujeta autónoma, dotada de identidad. Sin embargo, la identidad femenina ha sido históricamente construida en torno a un “deber ser”, cuyos parámetros responden a ciertas nociones de lo correcto e incorrecto en el actuar de la mujer en sociedad. A razón de esto, es posible comprender la ausencia de organizaciones masivas en pos de una reivindicación femenina, sobre todo si somos conscientes de la histórica marginación que la mujer ha sufrido en cuanto a su desarrollo político, intelectual y laboral.

A pesar de que en la actualidad la mujer se desarrolla política e intelectualmente, su comportamiento sigue rigiéndose por lo que dictan los estereotipos. El problema identitario no se ha solucionado, y aunque es innegable la existencia de particularidades, estas no han logrado trascender: siguen siendo particularidades. Siguiendo la lógica anterior, ¿Qué es lo que imposibilita el paso de lo particular a lo general? Tenemos dos posibles respuestas a esta interrogante. Por un lado, la inexistencia de una conciencia de género histórica, según la cual la mujer se identifique como oprimida. Y por otro, debido a la existencia de un sistema económico que refuerza y se sustenta en la cultura sexista imperante. Efectivamente, las estrategias mercantiles están directamente involucradas en la legitimación de categorías de género, las cuales se hacen efectivas por medio de la publicidad. Los ejemplos de esto son innumerables, y responden en su totalidad a la ratificación del “deber ser hombre” y “deber ser mujer”.

A continuación, los invitamos a reflexionar con la siguiente canción que expresa de forma irónica la subordinación de la mujer y la dominación del hombre.


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